“El conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo”
Salmos 103: 14
Veamos algunos ejemplos de las bendiciones de Dios:
Génesis 2: Dios pone al hombre en el huerto de Edén para que lo labrase y lo guardase. En Génesis 3 el hombre desobedece y es sacado del huerto (3: 23).
En Génesis 9, Dios le da una nueva oportunidad al hombre: “Bendijo Dios a Noe y a sus hijos, y les dijo: fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra”. En el versículo 21 después de haber adorado a Dios, Noe se embriaga con la viña que había plantado, y cae el juicio de Dios sobre uno de sus hijos.
Génesis 15: Dios promete a Abram un hijo, y le dice que hará de el una nación grande. Abram, en lugar de esperar en Dios, escucha a su mujer y tiene un hijo con su sirvienta: Ismael que luego seria un gran pueblo, enemigo de los Israelitas.
Éxodo 14: 30, 31. Dios libera a su pueblo de los egipcios. En el capitulo 15 cantan Moisés y Maria agradeciendo esta liberación. En el capítulo 16 versículo 3, el pueblo se queja a Jehová extrañando Egipto.
Éxodo 20 al 30 Dios le da a conocer a Moisés dos tablas del testimonio (la Ley), tablas de piedra escritas con el dedo de Dios. En el capitulo 32 vemos al pueblo que se fabrica un becerro de oro, y lo hace dios, olvidándose de Moisés y mas aun de Dios.
Podríamos seguir llenando esta extensa lista. Seguramente cada uno de nosotros puede armar la suya propia. Pero leyendo estos relatos, y tantos otros reflexionemos sobre la grandeza y la misericordia de Dios. El salmista dice “No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados” (Salmos 103: 10). ¡Que agradecidos debemos estar!
Dios se acuerda de que somos polvo ¡menos mal!
Por Lucas Paulino.
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