Sábado 18/ Domingo 19. En busca del tesoro perdido (II).

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”
2da de Timoteo 4: 7


Quiero retomar el tema que trate hace unos días atrás, sobre la búsqueda del tesoro. Me interesa resaltar dos cosas.
La primera de ella está en Mateo 6: 21 (siguiendo el devocional anterior). Este pasaje nos dice que donde está nuestro tesoro, allí también estará nuestro corazón. Qué maravilla sería que hoy, cada uno de nosotros podamos decir “mi tesoro y mi corazón están Cristo Jesús”. Vivir una vida plena y gozosa en las cosas espirituales, las cosas que no pasaran jamás; y dejar lo que es del mundo (con todos sus deseos) en el lugar que corresponde, el mundo.
Lo segundo, es un ejemplo de alguien que buscó los tesoros en el cielo. El apóstol Pablo. Pablo fue un hombre que desde su conversión (Hechos 9), hasta lo último que se sabe de él (Hechos 28: 30-31); siempre, en todo tiempo, buscó las cosas de arriba. Jamás volvió la mirada hacia las cosas de mundo. Tuvo sus errores y defectos (como todos). Pero es admirable ver lo que escribe ya al final de su vida “he peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”, sin duda la expresión más sencilla y profunda de un corazón que siempre anheló estar cerca de su Salvador.
Querido lector, le animo a buscar el verdadero tesoro escondido, a tomar fuerzas en los momentos difíciles, a pelear la buena batalla, a correr la carrera de la vida y a guardar la fe en nuestro Salvador.

Busquemos el tesoro que realmente vale la pena. Y recordemos, no todo lo que brilla (lo del mundo) es oro.

Por Andrés Vellano.