Lunes 01. El rico y Lazaro.

Había un hombre rico… Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas.
Lucas 16: 19-20


Ricos y pobres. La brecha entre ambos cada vez mayor. Contrastes que solo Dios conoce y sabe por que. Al leer esta historia vemos que al final todo queda revertido. Es Lázaro quien poseía una riqueza que nadie podía imaginar. Una riqueza que va más allá de algo material. Tenia paz en lo mas profundo de su ser. Conocía que Dios estaba por encima de su pobreza y lo sustentaba. El rico era muy pobre. Lleno de orgullo de soberbia con un corazón duro, inflexible para las cosas de Dios. Su “dios” eran todas sus posesiones. Pero el Señor dice en otro relato “necio esta noche vienen a pedirte tu alma”. ¿De que le sirvió si luego los dos murieron? Las llagas de Lázaro eran nada comparado a la enfermedad del rico. Todo su egoísmo, su riqueza, en fin su pecado, lo hundía en la más desesperada miseria. La miseria eterna. Lázaro podía vivir cada día experimentando la paz, el amor, la misericordia de Dios. Para el rico un día fue tarde. El Señor dramatiza una escena terrible cuando ambos pasan de la vida terrenal. Lázaro en paz, el rico en tormentos.
Quizá no seas rico ni pobre. Pero el pensar que no necesitas de Dios te puede hacer como el rico de esta historia que confiaba en el y en todo lo que tenia. En su capacidad y en sus obras. El hacerte “rico” intelectualmente con un título importante, el solo pensamiento de “yo puedo solo” ya te hace como este rico de la historia. Pero un día tendrás que morir, puede ser dentro de mucho o poco tiempo, ¿y después? Después viene le eternidad. El Señor advierte que es muy difícil que un rico entre en el reino de los cielos. Algunos piensan que solo los pobres se ocupan de Dios como medio para hallar una salida a sus dolencias diarias. Pero todos somos pobres criaturas perdidas; que si no fuera por el amor que Dios nos tuvo, no estaríamos en esta tierra. Dios amo a su criatura y le dio un Salvador, Jesús, para que todo aquel que en el crea no se pierda más tenga vida eterna. (Juan 3: 16).

Por Lucas Paulino.