Miércoles 22. La quemadura del pecado.

“Teme a Jehová y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo y refrigerio para tus huesos”
Proverbios 3: 7-8


En nuestro país (Argentina), y más precisamente en el norte de la provincia de Entre Ríos, la temperatura a fin de la primavera y principio del verano supera fácilmente los 30°C. En horas del mediodía aumenta aún más. Exponerse al sol en ese horario garantiza dos cosas: mucha transpiración y una buena quemada de piel. Recientemente (y lamentablemente para mí) estuve expuesto al sol del mediodía. Y como es de esperar, tengo la piel bastante quemada. Lo cierto es que duele mucho, por ello a cada instante me unto aloe vera, una planta que tiene un líquido en su interior que alivia de manera instantánea el ardor.
Quería utilizar la presente ilustración para hacer referencia al pecado. Exponernos al pecado es peor que estar bajo el sol del mediodía. No se quema nuestra piel, sino que resulta lastimado el corazón. Si por pasar tiempo bajo el sol, uno transpira y se quema; por pasar tiempo con el pecado, uno pierde la comunión con Dios, y resulta lastimado.
Si hemos pasamos por el pecado y estamos heridos, necesitamos de algo más que de aloe vera, necesitamos volver a Jehová, temer a Jehová y apartarnos de mal. Solo así recibiremos esa medicina para las quemaduras y el refrigerio de volver a entablar la comunión con Dios.

En tiempos que hace tanto “calor”, cuidémonos del exponernos al sol del pecado.

Por Andrés Vellano.

Martes 21. Tres cosas.

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.”
Hebreos 12: 1-3


Estimado lector, solo quiero mostrarle tres cosas que la Palabra de Dios nos enseña a través del apóstol Pablo en este pasaje.
1- Para seguir a Cristo, hay que dejar los harapos de este mundo. Vivir una vida en santidad y liberarnos del peso del pecado que impide que llevemos una vida fructífera.
2- Mirar solo a Jesús. Hoy en día, donde cada vez más voces proliferan diciendo que está bien y que no, los hijos de Dios debemos mirar solo a Cristo. Seguir solo su ejemplo y aprender solo de sus palabras.
3- Afirmemos nuestros corazones en aquel que sufrió por nosotros. En quien sufrió tal contradicción de pecadores, en quien nos amo desde antes de la fundación del mundo. Solo El puede darnos ánimo para no desmayar.
Tres cosas que nos podrán ayudar a crecer y estar más cerca de nuestro Salvador.

Dejar el pecado, mirar y aprender de Jesús, y, afirmar toda nuestra vida y experiencias en Cristo. No hay mejor Maestro de quien aprender, ni ejemplo para seguir.

Por Andrés Vellano.