Viernes 18. Un ejercicio para la mente.

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”
Filipenses 4: 8


Junto con dos hermanos en Cristo vamos regularmente a un gimnasio, con el objetivo de ejercitar físicamente el cuerpo. Cada día hay que trabajar un musculo diferente. Mediante máquinas que ayudan a desarrollar una parte del cuerpo en particular.
Con nuestra mente pasa algo similar, al igual que los músculos tenemos que ejercitarla. Pero no con problemas mentales o actividades matemáticas. Sino en la santa Palabra y sana forma de vida que Dios nos ofrece.
Si tenemos nuestra mente concentrada en lo verdadero, lo honesto, lo justo, lo puro, lo amable, lo de buen nombre…, el pecado estará más lejos de nuestra vida. Dios nos llama a ser santos, y ocupando nuestros pensamientos en cosas así, no tendrán lugar las maquinaciones perversas que nos hacen pecar contra nuestro Dios.

El gimnasio de la mente es el lugar donde estas…, pongámonos a hacer ejercicio.

Por Andrés Vellano.

Miércoles 16/ Jueves 17. Un protector.

“El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende”
Salmo 37: 7


Este conocido pasaje las Escritura ha sido de apoyo a creyentes a lo largo de muchos años (como toda la Palabra lo ha sido). Pero este tiene algunas características especiales.
En primer lugar vemos que Dios manda un ángel para que este cerca nuestro. En su amor, nuestro Padre Celestial no solo nos prometió estar con nosotros siempre (Is. 41: 10 entre otros), sino que además nos provee de un ángel.
Este ángel de Dios acampa alrededor de cada hijo de Dios, sin importar su status social, sus estudios, sus capacidades… simplemente esta cerca nuestro.
¿Para que? Pues para defendernos. En Efesios el apóstol Pablo nos enseña que no tenemos que peleas con nuestras manos, sino que la lucha que los creyentes tenemos son las regiones celestes de maldad. Y es ahí, cuando el ángel de Dios nos defiende, para que no estemos a merced del enemigo y para que no quedemos solos en el campo de batalla.

Dios nos ama tanto, que siempre está junto a cada uno de los suyos, pero también se preocupa por darnos un ángel de sus huestes celestiales para protegernos.

Por Andrés Vellano.