“Por nada estéis afanosos, si no sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.”
Filipenses 4:6
Hoy en día vivimos a mil, yendo de aquí para allá, resolviendo problemas laborales, familiares, económicos, etc; pareciera que necesitamos un día de 48 horas para resolver tantas cosas.
Cuando llegamos a casa pensando que vamos a encontrar descanso y tranquilidad, encontramos cientos de tareas para realizar, y comenzamos a pedir que nos ayuden, que nos hagan las cosas o que nos escuchen, creyendo que somos los únicos que estamos agotados. Esto seguro ocasiona una discusión con nuestra pareja, nuestros padres, nuestros hijos o hermanos y todo termina en un gran caos.
Así pasan los días y meses, y cada vez mas nos sentimos cansados, asfixiados, agotados, con ganas de salir corriendo. Ya no tenemos ni un minuto para nosotros, y lo más triste es que a veces tampoco lo tenemos para Dios.
Sepamos separar cada día un tiempo a solas para Dios, un tiempo en donde podamos leer su palabra y orar pidiendo su ayuda y sabiduría, y veremos como nuestro día empieza diferente.
Comenzá este día leyendo su palabra.
Por Nicolás Bruselario.