Viernes19. Los sentidos ejercitados: El oído (II)

“El que tiene oídos para oír, oiga”
Lucas 8: 8


El Señor en esta parábola expone al hombre tal como es. La semilla era una y la misma. Basta que la semilla caiga para mostrar el carácter del suelo. La semilla manifiesta el suelo. No hay un solo corazón que no se vea reflejado en uno de estos suelos.
El primero es el camino: Allí es donde “el malo” prevalece.
El segundo es la piedra: allí es donde el mundo tiene el primer lugar.
El tercero son los espinos: es donde el viejo hombre prevalece
El cuarto es la buena tierra. Allí es donde el Espíritu Santo prevalece.
Si examinamos nuestro corazón, día a día encontraremos uno de estos cuatro caracteres. El objetivo de la parábola es que nos veamos a nosotros mismos, y que veamos las cuatro influencias secretas bajo el poder de las cuales nos movemos moralmente a cada momento. Tomemos el gozo del oidor de suelo espinoso. Es bueno regocijarse, pero, si cuando oímos un reclamo de Dios nuestra conciencia no es alcanzada, es un mal síntoma. Si hemos pecado, ¿volveríamos a El sin convicción de conciencia? ¿Sería bueno de nuestra parte ir a hablarle en forma liviana como si nada hubiera pasado? Todos hemos ofendido a Dios ¿Iremos a El con un gozo natural? Los oyentes del terreno espinoso son personas de corazón duro que pesan todo en sus balanzas. Es como si llevaran estas balanzas en sus bolsillos y comprobaran la importancia de todo; pero fallan en que mientras pesan, le dan al mundo tanto peso como a Cristo.

¡Seamos de esa tierra buena que al caer la semilla, produce fruto a ciento por uno!

Por Lucas Paulino.