Martes 19. No todos lo hacen.

“Sadrac, Mesac y Abed-nego estos varones, Oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado”
Daniel 3:12b


El pueblo de Babilonia estaba reunido para celebrar la “gran creación” del rey, una estatua de oro de 2,70 metros de ancho y 27 metros de alto.
En esta celebración se llamaba a la multitud, todos los pueblos, naciones y lenguas (mundo) se tenían que postrar delante de la estatua y adorar. Miles de personas postradas al escuchar el pedido del rey, pues el que no se postraba sería echado en un horno ardiendo, “si no lo hacían por amor a su rey, lo hacían por su vida”. Así que todos lo hicieron, todos se postraron ante la estatua excepto tres (3) varones, hijos de Dios.
Imagínate una multitud (el mundo, tus amigos, tu colegio) todos adorando a un dios, adorando con su forma de hablar, de mirar, de pensar, de actuar y tu allí “parado frente a todo”, quizás sin saber lo que hacer, si eres hijo de Dios, debes tener bien en claro que sólo los incrédulos se arrodillan ante imágenes que no hablan, no oyen, ni ven.
“Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres. Tienen boca, mas no hablan; Tienen ojos, mas no ven; Orejas tienen, mas no oyen; Tienen narices, mas no huelen; Manos tienen, mas no palpan; Tienen pies, mas no andan; No hablan con su garganta. Semejantes a ellos son los que los hacen, Y cualquiera que confía en ellos”. (Salmos 115:4-8)
Tú eres diferente, debes marcar la diferencia y hacer como estos tres muchachos. Toda una alfombra de dorsos de hombres postrados y solo tres firmes entre miles haciendo la diferencia, ellos confiaron en Dios y entendieron que sólo Dios es digno de adoración.
Y Dios los libró de la mano del rey, y ellos fueron para el pueblo y el rey la cara visible de nuestro Dios. “Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.” (Daniel 3:28)
¿Pueden tus amigos llegar a creer en “el Dios tuyo” por tu comportamiento”?

¡Prosigue el blanco, Dios te bendiga!

Por Pablo Baztan.