Sabado 05. Marcas.

“De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.
Gal. 6:17”


Cuando era niño, no se si te pasaba, pero con mis primos comparábamos, cicatrices y como vivíamos en el campo, podíamos estar todo el día jugando entre los árboles, estábamos constantemente en contacto con la naturaleza. Por eso es que al final del día siempre teníamos marcas nuevas, en los brazos piernas y en la cara; eran solo ralladuras que no nos duraban más de una semana pero mientras duraban las podíamos ver.
Como todos sabemos las cicatrices aparecen después que se abre una herida, y de acuerdo a la profundidad y al tamaño de ésta, va ha ser la duración de dicha cicatriz. Ahora, no siempre que una herida se abre, cicatriza bien, sino que ésta se puede infectar o puede tener alguna que otra complicación.
¿Sabes? Todas las personas en nuestro interior, tenemos una herida que cada vez se agranda más y más. Tal vez nunca te pusiste a pensar sobre ésta herida, pero déjame decirte que todas esas cosas que hacemos, y que desagradan a Dios (pecados), han abierto una herida dentro nuestro, que se alimenta con cada pecado que cometemos. Tal vez por fuera no se pueda apreciar pero por dentro es una herida sangrante, que día a día nos va entristeciendo, amargando, nos llena de odio; y lo peor que la intentamos cicatrizar con cosas que no tienen sentido, con cosas que únicamente pueden modificar lo superficial de nuestro cuerpo, pero ésta herida es profunda, muy profunda. Solo es posible cerrarla poniendo nuestra confianza en Dios y en el sacrificio de su hijo Jesucristo. Pablo tenía bien en claro esto, y pudo cerrar su herida, pero esta a él le dejo una cicatriz, que fue permanente. El Señor Jesús dejó sus marcas en Pablo y éstas no se pueden tapar, no se pueden esconder, estas marcas se ven.
En este día quiero invitarte a que puedas mirar tu interior, y pienses si esa herida ya ha sanado, y si fue así, te animo a que hagas como Pablo y salgas al mundo a mostrar lo que marca tu vida.

“Mostrá a Cristo”

Por Alexis Barolin.

Jueves 04. Auroras

“Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”
1ra de Juan 3:1


El planeta Tierra tiene varias características físicas que llevaron a miles de científicos, filósofos, sabios y reyes otros, a tratar de develar algunos de los misterios que encierra. Pero sin duda una de las cosas más maravillosas que cualquier hombre querría ver, es una aurora. Estas son rayos fugases de luz refractados y dispersos de manera heterogénea por el cielo. Lo produce la atracción gravitatoria del planeta. Los colores vivos en medio de la inmensidad de la noche dispersos en los cielos, hacen de este un espectáculo realmente único. Del cual pocas personas pueden disfrutarlo; Ya que solo se da en los polos de nuestro planeta y no es tan frecuente.
Sin duda que a ti a mí nos gustaría poder ver una maravilla así. Pero hay algo que es mucho más precioso que una aurora boreal ó austral. Es el amor de Dios. Dios entregó lo único que tenia, a su Hijo Jesucristo, para que muera en una cruz por tu pecado. Y lo hizo solo por amor.
Hoy podemos ver ese amor tan infinito desplegarse en un cielo de bendiciones y cuidados, tal una aurora que desprende luces increíbles. Hoy podemos sentir la maravilla del amor de Dios en los cuidados que nos brinda y el gozo de sentimos libres del pecado y de la condenación.
Hay gente que con tal de ver una aurora viaja y pasa mucho tiempo en los polos de mundo. Nosotros para sentir el amor de Dios no tenemos que viajar a ningún lado, solo vivir una comunión con Dios, donde El sea lo primero en nuestra vida. Dejando todo nuestro ser en sus manos sentiremos de Su amor cada día.

Por andrés Vellano.