Martes 20. Juzgar a los demás.

¿Por qué miras la paja que esta en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que esta en tu propio ojo?
Mateo 7: 3


Generalmente somos propensos a juzgar a los que nos rodean sin prestar atención a lo que hacemos nosotros. Juzgar es emitir un juicio, formar una opinión sobre algo o alguien. En el ámbito de los hermanos en Cristo a veces nos enojamos con alguien que nos hizo mal, se lo contamos a otro y tratamos de que esté de nuestro lado. Podemos hacer peligrar gravemente la paz y la comunión fraternal entre los hermanos. Si hoy algo empieza por molestarnos y nada se dice al respecto, mañana puede terminar con un testimonio. Por eso la solución es, primero que nada, mirarnos a nosotros mismos. Pensemos que estuvimos en la misma condición de miseria que aquel que juzgamos. Pidamos ayuda al Señor, no para que le haga ver al otro lo que a nuestro parecer esta haciendo mal, sino para resolver el problema “como conviene a santos” (Ef. 5:3). Quizá esa otra persona nunca va a tomar la iniciativa de romper el silencio y comenzar un dialogo, en ese caso pongamos de nuestra voluntad. Fijemos un objetivo claro: resolver el problema, no demostrar que “yo” tengo razón. Seguro que ambas partes tendrán la culpa, aunque ambas lo nieguen en primera instancia. Es muy importante no acumular, no dejar pasar porque lo que hoy queda como un pequeño rencor mañana puede estallar literalmente.
Muchas tristes historias y divisiones se han producido por nuestro egoísmo y por no ceder más allá de nuestra obligación. A veces queremos cambiar el versículo y poner “vence con el mal, el mal”. Pero la palabra que es perfecta y antes dice “no seas vencido de lo malo” para terminar “sino vence con el bien, el mal” (Romanos 12:21)
Dejemos fuera por un momento nuestros razonamientos y pensemos en lo que el Señor decía a Pedro sobre el perdón en Mateo 18: 21- 22: “Se le acerco Pedro y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces perdonare a mi hermano que peque contra mi? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete”.

Por Lucas Paulino.