Martes 23. Parásitos (IV)

“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”
Filipenses 2: 3


La vanagloria, significa “Jactancia del propio valer u obrar”1 Compartir nuestra vida con un parásito así, es hacer contrariamente lo que enseño el Señor, la humildad. Este sentimiento de humildad es repetido en varias oportunidades por el apóstol Pablo, y, en el Antiguo Testamento en los proverbios.
La vanagloria exalta el “yo”, como algo imprescindible de mencionar en las conversaciones. En cambio la humildad, exalta la persona de Cristo.
Cuando miramos nuestra condición delante de Dios, nos damos cuenta de la vanagloria no puede tener parte con nosotros. Pecadores, inmundos y contaminados por la escoria del pecado, lejos de Dios, condenados a una eternidad en el infierno; pero Dios por pura gracia nos da a su Hijo Jesucristo. Por su obra en la cruz, somos salvos de la condenación eterna. Pensando esto ¿somos capaces de gloriarnos? ¿Realmente creemos que hay algo bueno en nosotros, para decir, “soy digno”? La verdad es que somos lo que somos, por lo que Cristo hizo a nuestro favor. Así que no debiéramos darle lugar a la vanagloria en nuestra vida, antes, vivir en humildad, desarrollando nuestro dones y siendo fieles a nuestro Dios.

Por Andrés Vellano.

Lunes 22. Insatisfechos.

"Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto"
1ra de Timoteo 6: 8.


"Si tuviera un auto nuevo, sería feliz" " Si tuviera una casa grande, sería feliz" " Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz" " Si tuviera una pareja perfecta, sería feliz"

En ese momento, tropezó con una bolsita llena de piedras y empezó a tirarlas una por una al mar cada vez que decía: "Sería feliz si tuviera..."

Así continuó pensando en todo lo que no tenía y que por lo tanto impedía su felicidad. De pronto se dio cuenta de que solo le quedaba una piedrita en la bolsa y la guardó.Al llegar a su casa y vaciarse los bolsillos vio que aquella piedrita, era un diamante muy valioso.¿Te imaginas cuantos diamantes arrojó al mar sin apreciarlos?

Cuántos de nosotros pasamos arrojando nuestros preciosos tesoros, por estar esperando lo que creemos perfecto, o soñando y deseando lo que no tenemos, sin darle valor a lo que tenemos cerca.

Mira a tu alrededor y si te detienes a observar, te darás cuenta cuan afortunado eres, muy cerca de ti está tu felicidad y no le has dado la oportunidad de demostrarlo.

Observa bien lo que tienes, tal vez sea un diamante valioso. En realidad, cada día es un diamante precioso, valioso e irremplazable. Depende de ti aprovecharlo o lanzarlo al mar del olvido para nunca mas poder recuperarlo.

Dame Señor, lo que tú sabes que me conviene y que yo no sé pedir. Dame un corazón alerta, un oído atento y activa mis manos y mente, para que esté siempre dispuesto a hacer tu Santa Voluntad.
Derrama Señor tu Gracia sobre todos los que amo y concédeme tu paz.

Tomado de "Reflexiones para el alma"