Viernes 26. Los sentido ejercitados, El gusto.

“La lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas”
Santiago 3:5


El sentido del gusto se ubica en la lengua. Con ella percibimos el sabor de las cosas, pero también tiene una función fundamental en nuestro hablar. Es así que el Apóstol Santiago nos advierte en su epístola de este “miembro pequeño, que se jacta de grandes cosas”. Usamos la lengua para hablar y predicar la palabra. Para alabar a Dios en los momentos de canto, para pronunciar una oración. Para pedir cosas a Dios. Usamos la lengua para decir malas palabras para insultar para maldecir para hacer mal a otros ¡que contraste! Santiago nos dice que el hombre ha podido dominar a los animales y a la naturaleza, pero ninguno puede domar su lengua. “De una misma boca proceden bendición y maldición” (V10).
Pablo en la carta a los Colosenses nos dice que nuestra palabra sea siempre con gracia, y usa un gusto muy particular “sazonada con sal”. Imaginemos un guiso, un asado, unas milanesas o cualquier comida que nos guste mucho. Que a la vista tenga mucha “pinta”. Pero al probarla, nos demos cuenta que no tiene ni un granito de sal. “Le falta sal”. “Si tuviera sal, estaría rico” decimos ¡que decepción! Es algo que al faltarle un ingrediente fundamental echa todo a perder. Al llevarlo al terreno espiritual podremos pensar en alguien que siempre está cuando hay que trabajar en la actividad de la iglesia local, que siempre asiste a las reuniones, pero al escucharlo hablar nos decepciona. Le falta sal.
¡Que nuestro anhelo sea hablar entre nosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en nuestros corazones, dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo! (Efesios 5:19 20)

Por Lucas Paulino.

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