Domingo 13. Satisfecho.

En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.
Sal 17:15


Cuando nos ponemos a pensar sobre lo que Dios es, y todas las cosa que Él ya hizo a nuestro favor. Nuestro corazón se llena de agradecimiento, desborda de emoción, y está presto para decir con todas las fuerzas, “CUAN GRANDE ES DIOS”. Pero la realidad es que no siempre estamos de continuo pensando en nuestro Creador, y mucho menos llegamos ante Él con tamaña adoración.
Lo que sucede, es que la vida acá en la tierra, sigue con pasos agigantados, llena de preocupaciones, de compromisos, problemas, y muchísimas otras cosas que nos impiden detenernos a contemplar las maravillas de nuestro Señor. David vivió problemas que no te podes imaginar, pero así y todo David podía elevar su mirada al cielo y en medio de tanto caos y tanto dolor dice.
-Papá, ya no puedo, te necesito, ayúdame.
Él estaba pasando por un momento bastante duro, donde le era difícil contemplar la hermosura de su Dios.
Pero no toda su vida fue así, si no que él también vivió momentos, donde podía decir con toda certeza.
Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová… Sal 84:2
Es que David los había probado, y sabía lo que era estar cerca del corazón de Dios.
Un día vamos a estar con el Señor, y recién ahí vamos a ser completamente satisfechos de nuestro Señor, porque estaremos cara a cara con el que es perfecto, pero mientras tanto te desafío a que, ya sea en medio de la angustia o en medio de la bendición, te detengas a contemplar por un segundo la grandeza de tu Dios, allí vamos a ser saciados de la grosura de su casa. Sal. 36:8.

Mira al cielo.

Por Alexis Barolin.

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