Martes 15. Limpios.

“El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno”
2da de Pedro 2: 22


Cuando era chico, después de que me bañaba, mi mamá me decía: “no te vas a ensuciar, mira que estas limpio”. Y es lógico ¿no? Después de estar ya limpios de la mugre con que nos ensuciamos durante el día, es común que tratemos de estar pulcros. Pero a mí me pasaba algo, y es que después de bañarme, si me ponía a jugar con mis amigos terminaba todo sucio nuevamente y transpirado. Y ese estado era pero que el primero, ni les cuento cuando iba a dormir…
Cuando somos salvos y limpios por la sangre de Cristo. Nuestro corazón cambia, pues antes estaba en tinieblas y sucio, contaminado por el pecado. Y la sangre del Cordero, nos da vida en abundancia y limpieza de las cosas más sucias con las que nos pudimos contaminar en este mundo.
Lo triste es que nos pase como al perro o a la puerca…, que siendo hijos de Dios, volvamos a las pasiones vergonzosas que tuvimos en otro tiempo (antes de conocer a Dios), que le demos lugar a los deseos de la carne, que nos revolquemos en las inmundicias de este mundo de pecado. Seamos sobrios y velemos, vivamos sanamente en las cosas limpias que provienen de Dios y alejemosno de las vanidades temporales que ofrece este siglo.

Si somos limpios por la sangre de Cristo, no nos ensuciemos con el polvo de pecado del mundo.

Por Andrés Vellano.

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