Jueves 01. Paz.

“Me vino un mensaje veraz, mensaje de gracia y poder, que trajo a mi alma la paz, la paz que quise obtener. ¡Paz, paz! si paz, don que recibo de Dios; ¡que maravilla es la paz!, la paz, el don de mi Dios”. (Himnos y cánticos Nº 245)

Son las palabras que A N Jones escribía para de alguna manera tratar de explicar la paz, la tranquilidad que inundaba su alma al haber creído en el Señor Jesús como su salvador. Una paz que no se compara con nada que pueda dar este mundo. Una paz que no se compra con dinero, una paz que no da el dinero, y que ninguna religión, filosofía o escuela de pensamiento puede alcanzar. Es la Paz de Dios. Para obtener la paz de Dios primero es necesario obtener la paz con Dios. La paz de Dios se disfruta a diario. La paz con Dios se obtiene creyendo en el Señor como mi salvador personal. Para ello es necesario reconocerse que uno por si mismo no puede cambiarse o mejorarse. Que somos incapaces de hacer algo bueno por nosotros mismos. Que con un solo pensamiento malo, ya ofendimos a Dios y Dios que es justo, no puede tolerar tal conducta. Por eso por más insignificante que parezca alguna falta que cometemos, merecemos la muerte. La palabra de Dios nos explica por que: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dadiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). “Dios, que es rico en misericordia, con su gran amor con que nos amo, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). (Efesios 2: 4, 5).
Dios es justo y soberano, pero también es amor. Para obtener la paz con Dios y disfrutar la paz de Dios, solo basta confesarle nuestros pecados, y creer en la obra de la cruz cumplida completamente por nuestro Salvador el Señor Jesucristo. Si tienes esta paz, podrás cantar con convicción “¡que maravilla es la paz!, la paz, el don de mi Dios”

Por Lucas Paulino.

No hay comentarios: