Martes 16. Le pregunté a mi conciencia

"Miré, y lo puse en mi corazón; lo vi y tomé consejo…"
Proverbios 24:32

En estas vacaciones estuve en casa de un amigo en la provincia de Córdoba. Él vivía en Bs. As., pero buscando un poco de tranquilidad, compró allí en Córdoba un cerro muy rocoso con un delgado río que lo bordea. Él sabía que con trabajo seria un buen lugar para cabañas de alquiler y así es hoy en día. Me contó que no es fácil mantener limpio el terreno, todos los años saca más y más rocas y tiene que volver a repasar el terreno sacando nuevos espinos, ya que éstos vuelven a aparecer periódicamente. El lugar es hermoso pero requiere de un cuidado día a día, año tras año.
Esto me hace pensar en mi propio corazón ¿Cómo está? ¿Como era antes este campo abandonado y lleno de espinas? (Proverbios 24:31) donde el dueño es perezoso y carece de entendimiento? (vs. 30) tal vez posponiendo las tareas de limpieza espiritual para otro día. Los cardos en nuestras vidas crecen naturalmente cada día, mientras que los frutos que le agradan a Dios requieren de constante cuidado mediante la oración, la confesión, y la obediencia al Señor. Sin éstas, el suelo de nuestro corazón se ahogará con los espinos de las actividades de la vida cotidiana, (”sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; porque de el mana la vida” Proverbios 4:23) esto requiere de constante cuidado, sé valiente porque “el jardín del corazón necesita de constante desarraigo y cuidado”

Por Pablo Baztan.

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