17 de Nov. Mi abuela

“Sumamente pura es tu palabra, y la ama tu siervo”
Salmos 119:140


Tengo en mi cabeza el grato recuerdo de ver a mi abuela, sentada en su sillón del comedor leyendo la Biblia. Siempre lo hacía durante la tarde y todos los días del año sin que falte uno de ellos. Pensé durante un tiempo que era una costumbre o tal vez un hábito. Y me preguntaba como no se aburría de leer todos los días el mismo libro. Las mismas historias, en fin ¿no tendrá otra cosa que leer? Que podría encontrar una mujer de casi setenta años en la Biblia. Alguien que había visto crecer a sus hijos y a algunos nietos, ¿que podría sacar de ese libro?
Ya mi abuela no esta en este mundo, esta en un lugar mejor. Pero ahora puedo comprender el motivo de sus lecturas. Ella sentía el amor de Dios reflejado a través de las páginas del libro más antiguo del mundo. Pudo encontrar la providencia divina para los momentos de necesidad, dolor, desesperación y sufrimiento. Pero también para los gratos tiempos de gozo y de paz.
Cada día Dios anela que escuchemos su voz. Y el medio por el cual podemos oírle es por la lectura de la Palabra (Biblia). Escuchemos de su pureza. Encontremos en ella las historias más bellas que jamás se escribieron y también la historia que es capaz de cambiar nuestro destino eterno, la incomparable historia de Cristo y su amor inexplicable a nuestro favor.

¿Ya tuviste tu momento de lectura bíblica de hoy?

Por Andrés Vellano.

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