Martes 23. Parásitos (IV)

“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”
Filipenses 2: 3


La vanagloria, significa “Jactancia del propio valer u obrar”1 Compartir nuestra vida con un parásito así, es hacer contrariamente lo que enseño el Señor, la humildad. Este sentimiento de humildad es repetido en varias oportunidades por el apóstol Pablo, y, en el Antiguo Testamento en los proverbios.
La vanagloria exalta el “yo”, como algo imprescindible de mencionar en las conversaciones. En cambio la humildad, exalta la persona de Cristo.
Cuando miramos nuestra condición delante de Dios, nos damos cuenta de la vanagloria no puede tener parte con nosotros. Pecadores, inmundos y contaminados por la escoria del pecado, lejos de Dios, condenados a una eternidad en el infierno; pero Dios por pura gracia nos da a su Hijo Jesucristo. Por su obra en la cruz, somos salvos de la condenación eterna. Pensando esto ¿somos capaces de gloriarnos? ¿Realmente creemos que hay algo bueno en nosotros, para decir, “soy digno”? La verdad es que somos lo que somos, por lo que Cristo hizo a nuestro favor. Así que no debiéramos darle lugar a la vanagloria en nuestra vida, antes, vivir en humildad, desarrollando nuestro dones y siendo fieles a nuestro Dios.

Por Andrés Vellano.

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